En pocas ocasiones uno puede usar la palabra eclecticismo sabiendo que no ha errado al nombrarla. Message From The Country es la mayor muestra de que The Move había nacido para algo más grande que para simplemente quedarse estancado en el beat o el pop rock resultón –y eso que ya brillaban y evolucionaban en esa línea–. Ni siquiera Shazam te predispone para unos mensajes musicales que van más allá de los sueños de su época. Es difícil imaginar que una obra de dicha magnitud pueda haber sido concebida al tiempo que se gesta por sus mismos creadores uno de los proyectos de art pop/rock más geniales de la historia de la conocida como “música moderna”.
Pensar en unos The Move a punto de desaparecer fundidos en la ya funcionando Electric Light Orchestra, y al mismo tiempo editando una pieza fundamental en su carrera como Message From The Country es casi de historia de ciencia ficción. Para cuando el álbum aparece en los estantes de las tiendas de discos, aquel 8 de octubre de 1971, The Move ya se habían puesto el traje de luminosos héroes de su propia orquesta eléctrica. Y aunque se les seguía requiriendo en los escenarios sin sus novedosos alter egos, ya listos para salir a flote como piel regenerada, la que sería conocida como ELO estaba lista para despegar. Es por esto que Message From The Country posee una doble importancia; por un lado mostrando el fin apoteósico de un conjunto que parecía nacido para durar, mientras que por el otro abriendo una puerta a la llegada del futuro con un nombre diferente firmando sus portadas.
Esta agrupación inglesa que había ganado la gloria rítmica a golpe de tonadas como “(Here We Go ‘Round) The Lemon Tree” o “Fire Brigade”, entraba en los años 70 reducida a trío y con un inconmensurable Jeff Lynne creando el tándem compositivo con el que siempre había soñado Roy Wood, líder de la apuesta. Jeff, instrumentista y cantante que se alimentó de frescos conceptos en Idle Race, ayuda a Wood en su crecimiento y expansión en los terrenos musicales. No hay duda que el “Cherry Blossom Clinic Revisited” de aquel Shazam ya estaba bastantes pasos por delante de sus días como propuesta mod. Se notaba claramente la correcta digestión realizada de todo aquello que los cuatro de Liverpool habían anotado en su Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, al igual que los juegos malabares que los ya sin etiquetas The Who practicaban en The Who Sell Out.
El álbum contiene pequeños espacios que se amplían una vez rebasadas sus fronteras. Composiciones que se convierten en acertijos para el melómano inquieto. El disfrute de toparse tras el tema que titula el disco con los ecos de George Harrison es indescriptible. Un Lynne que escribe como poseído por las ideas del Beatle George, que logra darles credibilidad más allá de la copia. Figuras cercanas a la psicodelia entendida bajo un hermoso tapiz pop se nos aparecen como pinceladas en alguna de las demás canciones que conforman el trabajo, como es el claro ejemplo de “Words Of Aaron”, al igual que los aires pastoriles reciclados por la urbe flotan alrededor de las nubes country de “Ben Crawley Steel Company”, con un Bev Bevan transformado en puro Johnny Cash.
Tampoco hay que olvidar el divertido recuerdo al estilo Elvis con “Don’t Mess Me Up” o esa hermana gemela del beatleliano “When I’m Sixty-Four” pasada por la batidora del vodevil que es “My Marge”. Harvest, subsidiaria de la todopoderosa EMI, les editaría a The Move en el mismo 1971 tres sencillos que servirían como corona de guindas para un pastel con el que realmente no se cerraba la historia musical de la pareja creativa formada por Wood y Lynne. “Tonight”, “Chinatown” y “California Man” darían irónicamente el pistoletazo de salida a otros sueños también hermosos.
por Sergio Guillén
sguillenbarrantes.wordpress.com