En 1990 el mundo psicodélico experimental, en su pequeño pero fuerte búnker, se convulsionó con la salida del debut de Sundial, "Other Way Out". Algo que todos los amantes del género (sí, los había! ), estaban esperando. Se convirtió en un Grial reeditado numerosas veces. Al frente estaba Gary Ramon, un guitarrista, voz y ocasional teclado loco por un tiempo inolvidable. Que ya trataba de revivir con su anterior intento, The Modern Art. Sundial siguió alegrando la escena UK underground psych de aquella década (muy fecunda) con "Reflector" (1992), "Libertine" (1993), "Return Journey" (1994) o "Acid Yantra" (1996).
En el spin-off Quad, Gary Ramon se nos pone kraut galore pregonando una mística profunda desde ensoñaciones astrales y bilocaciones lisérgicas de pura devoción. Originalmente se editaron 500 píldoras vinílicas absolutamente transparentes, incluida funda. Ahora será muy normal, pero no en los días de los cenizos grunges.
El álbum lo hizo a ratos sueltos entre 1993 y 1997 él sólo. Acompañándose de guitarras, Vox Continental órgano, batería, tablas, sitar, moog, bajo, stylophone, vibrafono, pedales e inventos varios. Una experiencia menos ácida que Sundial, pero de indudables y lógicos desarrollos psicodélicos, decididamente más teutones. "Temple" (16'00) con sus grillos y grabaciones de campo, sitar en delay, tablas y electrónica en repetitivo bucle, ofrecía un perfecto marco explorador de oriental mantra y obligado recuerdo hacia Embryo o Popol Vuh. Cuando la guitarra eléctrica hace su aparición, el homenaje a Gilmour o Gottsching es rotundo. Y hasta esperado. Recuerda, son los 90 y eso es nadar contracorriente. Algo siempre necesario. Gary Ramon consigue un efecto de banda nada fácil en sus circunstancias, y uno se transporta a Pompeya sin esfuerzo alguno. Con puesta de sol y silueta de melenudo enloqueciendo con un gong gigante. Música ya visitada dos décadas antes, pero valiente para aquellos días que ya profetizaban la sequía creativa del siglo XXI y su boom revivalista. El bastión underground cósmico estaba de celebración.
Sin silencios, "Projection" (8'25) se adentra sin prejuicios en los primeros Ash Ra Tempel, y consigue ésa misma sensación marginal de escape terrenal necesario. Drogas opcionales, no necesarias. El trance psico lo domina todo, y hasta una frippiana y subliminal guitarra, aporta acidez junto a un vetusto y polvoriento órgano macabro. A Jess Franco le hubiera encantado. El viaje kosmische de "Revisitation Mantra" (23'00) en la segunda cara, consigue entusiasmar al space cadet curtido en aquellas incursiones al hiperespacio de los Cosmic Jokers en los 70. Agujero de gusano que el británico traspasa con convicción y perfectamente tripulado, eludiendo su campo de fuerza estrictamente alemán.
Existen dos secuelas, "Q" (1998) y "Live" (2004) que también son destacables. Pero "Quad" es ya un pequeño clásico.
J.J. IGLESIAS