Midas había dejado enfriar tanto su segundo asalto titulado Midas II –ocho años entre el mismo y el primer Beyond The Clear Air–, que cuando finalmente llegó a tierra firme el pie de dicho aspirante con forma de elepé la cosa se quedó en agua de borrajas. Tal vez por ello existe un álbum como el tercer trabajo de su discografía, un Third Operation que es revancha o en cierta forma venganza por desconfiar de lo que pudo ser y no les dejaron que fuese por falta de apoyo en los noventa.
Eigo Utoh es ya el pilar sobre el que se levanta la casa Midas. El cuarteto mantiene los mismos miembros que en su anterior lance, pero el violinista, guitarrista y vocal que es Utoh ofrece el frente de ataque sencillo de clasificar, cristalino en unas maneras que encuentra en las teclas de Eisho Lynn el recuerdo al supergrupo UK. La guía puesta sobre el papel es desarrollar cualquier cosa que haga de la experimentación una mascarada entretenida al oyente abierto de miras. Así pues no es raro hablar de jazz con introducciones cuyos ritmos nos abren una ventana al funk (“Flying Denture II”), al igual que nadie tiembla al soñar a estos japoneses como mentores psicodélicos (“Common Factor”).
Pero ante todo el plantel de tonadas sobresalientes destaca la suite “A Winter Breath - The Lovers”, planteamiento en dos partes que dota a la pieza de una gran nostalgia. Totalmente inspirado en la obra del ex Genesis Anthony Phillips, este corte embriaga de una calma enternecedora al resto del larga duración. Un disco alto en calificaciones y difícil de superar, por lo que su siguiente International Popular Album restó como mera anécdota. Un intento por traer las construcciones pop a las canciones de Midas, aunque todavía en aquellos días los recuerdos a Outer Limits son más que considerables. Los sintetizadores continúan ofreciendo imágenes de su neo progresivo ya casi desaparecido. En 2002 dejaron para la parroquia seguidora de las correrías progresivas niponas el “In Concert (Live)”, primer y único álbum grabado en directo que hasta recuperaba el tema introductivo “Sham Noctiluca” en su edición de 1988.
por Sergio Guillén
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