A finales de los años 90 del siglo pasado e inicios del nuevo milenio se establecieron con fuerza varias bandas que dieron sentido a lo que el punk glam, el punk sleaze, el punk ramoniano y hasta con toques de Motörhead podía dar de sí. Bandas como los asturianos Babylon Chàt, los madrileños Guitar Mafia o los chicos de Vitoria Obligaciones. Parecía que cada sello quería tener a su particular agrupación de este palo bajo el manto: los Chàt ficharon por Avispa, los Mafia editaron su primer larga duración junto a Red Dragon Records y el Rápido Y Sucio de los últimos citados lo puso en las tiendas Mil A Gritos Records. El problema es que las discográficas, como suele pasar habitualmente, solo lo vieron cual moda en la que traer el rock and roll underground a la palestra durante el rato en el que pudieran sacarle cuartos al invento. Resultado final: los capitostes de las casas de discos no renuevan contratos y dejan tiradas a las bandas, a músicos que no habían dejado de poner el corazón en cada siguiente tema compuesto, en cada recién programada actuación.
Ahora muchos de aquellos instrumentistas o cantantes siguen funcionando, fieles a lo que fueron, fieles a la música con que crecieron, fieles al sonido que les hace sentir que el alma puede tener cuerpo de riff de guitarra estridente, cortante, o de ritmo de batería que sigue los latidos de un corazón excitado. Aquellos artistas se autoeditan o trabajan con sellos más pequeños –pero realmente respetuosos para con sus fichajes–, aquellos artistas se juntan en los garitos con nuevas bandas que vuelven a crear una escena tangible, una escena con seguidores, una escena en la que se escuchan los nombres de Diesel Dogs (ya con su buen camino recorrido a las espaldas), los Black Thunders o estos Lipstick. Este cuarteto que canta en inglés, esta conjunción de amantes del punk hiriente y con mucha actitud factura un CD perfecto para comprender que el rock tiene que llegarte bien dentro para, una vez en el estómago, removerte las tripas hasta escupir a gritos el próximo estribillo.
En ocasiones se engalanan por medio de ramalazos glam que se funden en correrías sleaze, para terminar siempre en un punk sin frenos o fisuras. Lipstick muestra su genial eclecticismo tributando a un genio, a un rey del mismo, el líder de Adam And The Ants, Adam Ant, aquel vocalista que caminó entre el punk rock, el glam y los new romantics –y que actualmente está de regreso con nuevo CD en estudio–. Rebuscan entre sus caras B y rescatan “Christian D’or”, pasándola a un embravecido y fiestero artefacto.
por Sergio Guillén
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