Como les ocurrió a otros hippies de pro, Donovan Phillips Leitch pasaría en los 60 de las drogas de moda a la meditación, más en concreto a la Transcendental Meditation del Maharishi Mahesh Yogi. Sus contactos con The Beatles le llevaron a asistir a la famosa concentración con el gurú de Raipur junto a los cuatro de Liverpool y al Beach Boy Mike Love. Desde ese momento, y gracias a LPs como A Girl From A Flower To A Garden o The Hurdy Gurdy Man, el chico de Maryhill, Glasgow, orienta hacia otros parámetros su lírica.
En cualquier caso, y todavía siguiendo estos propósitos en diversos cortes del vinilo Barabajagal –ese “Happiness Runs” en clave de mantra acompañado por Graham Nash, Michael McCartney y Leslie Duncan, en el que las cuatro voces aseguran aquello de «la felicidad corre en un movimiento circular, el pensamiento es como una pequeña barca sobre el mar. Todo el mundo es parte de algo en algún sitio, puedes tener todo si te dejas llevar»–, Donovan recupera con gran acierto unas valiosas sesiones junto al Jeff Beck Group. Le quita por un momento el micrófono a Rod Stewart para cantar el tema título del disco y “Trudi”, las dos únicas canciones que aparecerían en un larga duración que se quedó sin el resto de lo grabado en aquella cita de astros.
“Atlantis” acerca al cantautor a un sonido norteamericano del folk rock arrastrado y con estribillo para todos los públicos. “To Susan On The West Side Waiting”, con su rollo británico de pop marinero, logró enganchar, igual que el tema ya citado, el álbum a las listas yanquis. El carácter psicodélico lo espolvorea sobre “Superlungs My Supergirl”, de típica sesión en cueva de música para gente hip, con recuerdos al “Valleri” que cedieran un año antes Tommy Boyce y Bobby Hart a The Monkees. Todo ello producido por el siempre inquieto Mickie Most, profesional bregado en la escena británica renacida en dicha década.
por Sergio Guillén
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