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Kingdom Come – Journey (1973/ Polydor)

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 Lo de Arthur Brown tiene su coña. Hiperfamoso por un primer álbum con The Crazy World of Arthur Brown y su one-hit wonder, "Fire", ahí quedó la cosa. El segundo nunca fue editado hasta que Reckless Récords lo hizo en 1988. Pero fue con la trilogía en Polydor entre el 71-73, como Arthur Brown's Kingdom Come, donde realmente dio pasos de gigante. Demostrando su alta capacidad de evolución. A nadie le pareció  importar. Nadie se enteró . Y eso sorprende en plena década de experimentación como moda.



"Galactic Zoo Dossier" (1972), "Kingdom Come" (1973) y "Journey" (1973), fueron alta vanguardia rock. Que si bien conectaba con lógica con el psico-soul/shock-horror de su primera etapa, éste nuevo material iba demasiado lejos para los que esperaban otro "Fire". Entre Zappa y Alice Cooper a la inglesa en los dos primeros, con fuertes dosis progresivas y teclados generosos. El sintetizador no entró en The Crazy World porque a Vincent Crane no le dio la gana, conste. Que Brown ya quería incorporarlo por entonces.

Lo oscuro y bizarre es el meollo de ésos ya magníficos discos. Con ellos triunfan en Glastonbury  '71. Pero para el tercero se quedan sin batería.  Y no lo reemplazan. Arthur se hace con un prototipo de lo que luego serían las cajas de ritmos, la Bentley Drum Machine. Estamos en 1973, ojo!

Dan su primer bolo de ésa guisa (y primero en la historia del rock), en la London School of Economics. Y a la gente le mola el invento. Que digo yo que a la parroquia del Brown tampoco se la sorprende tan fácilmente. De éste te esperas cualquier cosa. Adaptan todo el equipo teclistico a la Bentley, como una guía para lo próximo a salir. Y su teclista va a ser un nativo de Detroit, llamado Victor Peraino, (luego se quedará con el nombre para su propio proyecto en USA). En Noviembre del 72, entran en los legendarios Rockfield Studios para grabar "Journey". Obra conceptual de fuerte Space rock flavour. Comienzan a grabar con Dennis Taylor como productor. Pero tras dos canciones, se encarga de los mandos el rockero Dave Edmunds. O el primero no se enteraba de lo que estaban cocinando, (normal), y el segundo resultó ser un hábil experimentador y bicho ágil de estudio. Andy Dalby (guitarras, voz) y Phil Shutt (bajo, voz, percusión), completaban el cuarteto. Peraino se rodea de Theremin, Mellotron M400, ARP 2600, EMS VCS3 y demás cachivaches del momento. Arthur Brown a la voz solista y su caja mágica, más peligrosa que la de los Cenobytas de "Hellraiser". Helos ahí, en el estudio - granja aislados del mundo y embarcados en el más extraño artefacto de la trilogía , que ya es decir. 

Lo primero que se aprecia son los golpes rítmicos secos de la Bentley Drum, que mira por donde, no suenan como ésas horrendas cosas venideras en el amanecer 80s. Su particular tosquedad y primitivismo la hace misteriosa, atrayente y especial. Genera inquietud. Y "Time Captives" (8'18) suena a fría y despiadada maquinal motorik.  Más cercana a científicos kraut de Dusseldorf, tipo Ralf & Florian o Neu!. De hecho Víctor Peraino es un teclista más experimental que el anterior, Goodge Harris. Tiende a la búsqueda moog - kitsch de Brian Eno en los primeros Roxy Music. O a Del Dettmar/Dik Mik en la escultura arty space de Hawkwind. "Triangles"(3'16) y "Gypsy" (9'09) prosiguen surcando extraños pliegues temporales, poco-nada visitados por nadie en esos días. En un hilo musical ininterrumpido gracias al formato conceptual del álbum. Mellotron a mogollón y sintes son el perfecto escenario para la expresión teatral de la voz de Brown. Que aquí se muestra nada histriónico,  comedido y dejando hacer a sus músicos. Cosa inusual que sorprende. La guitarra insufla suficiente acidez en hard sacudidas. El bajo ayuda a la Bentley, en una de las secciones rítmicas más desconcertantes, robóticas y retro-futuristas de los 70. Desde luego, las fuertes ingestas de LSD dieron su fruto. Un tremendo manifiesto space rock que hasta forma parte de los discos favoritos de Dave Brock.

La segunda cara no baja la metafísica sonora. "Superficial Roadblocks" (dividida en tres partes, de 7 minutos) o "Come Alive" (8'46), vuelve a capturar esencias del primigenio Roxy Music, moldeado a la germana. Escuchando esto no extraña que Arthur Brown acabara haciendo cosas con Klaus Schulze. Piensa que Bowie también se fijará en Alemania para sus obras inmediatas, con un Eno infiltrado en casa de Cluster para pillar cacho.

Lo de Kingdom Come fue más genuino, menos "tramposo". Un portento en evolución,  avance y rotura de normas. Profecía que será ramplonamente ejecutada por los pipiolos synthwave 80s. Sin ni sombra de la creatividad y misterio que exhibe "Journey". A años luz.



Trading Places reeditó en vinilo está pieza de museo en 2021. Un disco que en su momento a nadie le importó,  Y que con el tiempo se le han descubierto todas sus propiedades curativas. Demasiado innovador para su momento.  Tras "Journey", Arthur Brown puso fin a Kingdom Come, se retiró de la música y se largó a la India por dos años. Imagino que saturado por tan intensa obra. Y hasta los cojones del mundo.

Qué habrá sido de la Bentley Drum Machine? ......

J.J. IGLESIAS



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