La conciencia del guitarrista Sergio Rivas ha podido presumir de reposar sobre el linaje del reposo en su transito por la disciplina del cuarto arte, como ha venido demostrando en los últimos años en los que diversos artistas han precisado de sus servicios como compositor, interprete y músico de acompañamiento.
En su primer álbum en solitario, Sergio ha cuajado un esfuerzo meditativo que transciende en la tan añorada energía orgánica persuadida por el espacio de un tiempo actual en el que el predominio de las superposiciones dislocadas se confeccionan exclusivamente para que la nada se alce de forma panegírica... Para no perder sumisas costumbres.
No es nada fácil organizar la confección esquemática de un álbum conceptual por muy cristalina que sea la temática del mismo, teniendo en cuenta que el intimismo juega la baza fundamental sobre la que radica el riesgo de la disposición. Y precisamente es este factor al que Sergio se ha enfrentado con absoluta coherencia para darle un trato extraordinario a las melodías que desde la compleja sencillez han sido cimentadas desde un majestuoso enfoque armónico, que a contribuido a la fluidez del guitarrista madrileño para lograr cumplir un objetivo tan agradecido como digno de admirar.
Obviamente en el lenguaje empleado por éste músico cada vez más reconocido vierte influencias de la escena neo progresiva europea y norteamericana, con especial predilección por la metodología compositiva de Steve Wilson, Neal Morse en su época de liberación despojada de fantasmas, hasta llegar a recurrentes sutilezas Gilmourianas entre otros referentes, lo que en ningún momento han provocado que Sergio eludiese lo más mínimo el carácter personal en la expresión que éste músico porta en la limpia conciencia de su incuestionable talento.
Sin recurrir a las irregularidades métricas en el exceso del pecado, y pateando con solida firmeza por sus selectos y exigentes arreglos, sabiendo rodearse del personal más adecuado para hacer una correcta lectura en el abordaje de un día sobre una conciencia que duerme en la independencia de la originalidad.
El disco lo configura una suite de seis pasajes que con claridad, desde su abertura con: Reflecttion y la posterior Overture, pieza que prácticamente deja ver con claridad el sucesivo tránsito que recorre otros pasajes como: The Others o la comprometida, melódica, preciosista Legacy, que no esquiva esquemas épicos ni la lúcida sencillez vertical que simboliza esta obra hasta desembocar en una Conclusion que reafirma la elaboración de un trabajo francamente redondo en toda su complexión melódica, en la conmoción de su propia fuerza con el minucioso cuidado impreso en su sensibilidad.
Un intenso día de agradecida conciencia en la profusa interacción de conceptos, entre los que también cabe destacar la producción del álbum y la aportación de otros artistas que lo han hecho posible. Músicos como el bajista Alfonso Cifo, Alexis Hernández en los teclados, Javier Sánchez; guitarra Manouche, el baterista Andy C , junto con las voces de David Ordás e Irene Valverde.
Con portada de Adriano Albarrán, la primera carta de presentación de Sergio Rivas ha sido registrada en Diciembre Estudios (Madrid) y en los propios RVS Estudios de Madrid.
El álbum ha sido puesto en circulación por el sello Iron Matron Records y consumirlo a través de las plataformas ignorando el formato físico es un groso error, dada la fibra orgánica de una producción cuya potencia visceral se centra en la naturalidad como bandera, sin la necesidad de sumarse a la evocación artificial de la imperfección mecánica para poder pasear sin prejuicios por la senda de la independencia sujeta a modas... Que tan solo son aberraciones de contrabando.
Luis Arnaldo Álvarez (Baterista y Locutor profesional independiente)