Lo del tenderete pandémico ha sido una excusa perfecta para cientos de grupos en el mundo. Pero lo cierto es que el que era mediocre, lo sigue siendo. No ha habido milagros. Y no hay más. Los zaragozanos White Coven irrumpieron con un excelente larga duración, "Overseas", en 2018. Y aún más allá con un debut-EP nada desdeñable. Se diría que aquí sí, efectivamente el paréntesis vírico tuvo un efecto todavía más perfeccionista. Y éste segundo álbum no deja lugar a dudas. El septeto se mantiene (que ya es mérito!).
Con Juan Cervera, Mario Gutiérrez y R. David Bueicheku a las guitarras, (sí, tres!), Carlos Viejo (bajo), Daniel Penon (batería), Josete Meléndez (teclados) y la necesaria voz de Sara Lapiedra. Ya antes de la edición de "White Coven", se advertían tendencias cada vez más southern. Que en la inicial "Rambling Rose" (6'05) toman la cabalgada de un Mustang salvaje a pelo, en plan sioux, y arrasan en soberbio pulso roots-soul, que me trae al recuerdo a la Rossington Collins Band. Slide, Hammond y una voz a la Dale-Krantz Rossington que quita el hipo. Y como ellos, en su misma formación de septeto, tres guitarras - teclas, el sonido implacable transita paralelo. Sabiendo exprimir jugo de tanta fruta eléctrica exquisita. "Brown Eyed Lady" (5'24), en un tono blues quebrado y dramático, hace pensar en Janis Joplin, Maggie Bell, Mama Lion, Zephyr o hasta Coven cuando se quitaron satanismos de encima. Hard rock blues sureño con godspel matices y cambios inesperados.
La colosal "Orpheus" (10'17) empapa esencias del sur y sabor a gigantes actuales como Tedeschi Trucks Band. Se diría hecha en un porche de Alabama, con los aligators retozando felices. La dual guitar imprime trademark Capricorn, en bellísimos pasajes que igual emulan a Allman Brothers que a la Charlie Daniels Band. Una genialidad, en serio. Un despliegue de sensibilidad rock exquisita.
Suben la temperatura soul con "Inglorious Diva" (3'07) y esto suena a los mejores Mother's Finest. El título de "Summer Groove" (5'22) lo dice todo. Un temazo con un ritmo arrebatador, que obliga a la fiesta y que rúbrica una jolgoriosa guitarra a la Dickey Betts.
Como un cañón entra el kit percusivo en "Too Late" (3'54), porque la producción de éste bicho es para enmarcar. Caso aparte. Sara Lapiedra moldea notas como una veterana, tanto las más altas como las más delicadas. Pleno control del micro. Piensa en Baby Jean o Lynn Carey, así son sus emocionantes intervenciones.
Finalmente"Jungle Trip of the Seventh Samba's Seed" (9'50) ofrece exótica ambientación "Jumanji" en textura latín rock y boosa rhythms, de atentos sintetizadores proggy y enfebrecida rítmica tribal. Hard psych salvaje de aplastante personalidad e inesperado escape estilístico.
Con ellos todo es posible. Su mejor disco hasta la fecha (y ya es decir!), que necesita una proyección mucho más amplia. No hay en éste país nadie como White Coven.
J.J. IGLESIAS