En 1984 se publica lo que sería la corta vuelta de la agrupación Vanilla Fudge, un Mystery que presenta a unos instrumentistas que han aprendido mucho en los últimos años. Desde 1967 hasta 1970, año de la ruptura, el cuarteto había publicado cinco discos de estudio. Entre medias de las dos historias de los Fudge se han creado formaciones como Cactus o Beck, Bogert And Appice, al igual que Carmine ha conseguido el éxito internacional acompañando a un Rod Stewart en racha, cantante al que ayuda a componer canciones que se convertirían en obligadas durante aquellos finales de los 70 y principios de los 80. Sin embargo, el prometido cual regreso de los cuatro miembros originales no es tal, ya que Vince Martell es sustituido por el guitarrista Ronnie “Ron” Mancuso –músico que entra en el conjunto cuando toman nuevamente los instrumentos en 1982, quedando lo de Martell en un simple cameo–.
Cinco años tras el lanzamiento de Mystery, Mancuso funda junto al cantante Louie Merlino (que había trabajado en estudio haciendo coros para Fiona o Alice Cooper) la agrupación Beggars & Thieves. Con la ayuda del bajista Phil Soussan y del baterista Bobby Borg forman las filas que grabarán su primer vinilo homónimo (editado en 1990). Pronto estos dos miembros, la espina dorsal rítmica sobre la que se asentaba su definido estilo, buscan nuevos horizontes; tampoco les acompaña el sello Atlantic, que tras el álbum de presentación les rescinde el contrato. Louie y Ron siguieron tirando del carro, junto a Bobby Chouinard (hasta el 1997 de su fallecimiento), con más pena que gloria en cuanto a notoriedad se refiere. El cerrojo que daba carpetazo con la década de los 90 los vería desaparecer tras dos nuevos redondos de impecable factura tomados en estudio y editados por MTM Music, uno fechado en 1992 (Look What You Create) y el otro en 1999 (The Grey Album). El EP Stone Alone bajo Carmora Records, y ya sin hacer el menor ruido, fue el triste adiós. Lástima.
Frontiers Records los recuperaría para el nuevo siglo por medio de We Are The Brokenhearted, disco compacto que los recoge maduros; y no estoy utilizando una frase hecha para este tipo de ocasiones o simplemente manida por el uso. Lo cierto es que Beggars & Thieves no pretenden transitar por los minutos de su obra con la alegría y ese ambiente de deliciosa inocencia –pergeñado con conocimiento y buscando el resultado concreto, todo sea dicho– que otros puntales del movimiento inyectan. Las canciones aquí halladas contienen un poso de amargura y hasta de introspección, aunque el ritmo instrumental de sus estribillos parezca querer ocultarlo a fuerza de mantener en marcha la máquina.
Rock melódico con otras miras, a veces casi entre los Bon Jovi de These Days, unos suavizados Thunder y el peso del riff yanqui mayor de edad. En distinto camino pero sin olvidar aquel Beggars & Thieves que los convirtió en conjunto de culto. “We Come Undone”, en cuyo videoclip promocional aparece, entre otros invitados, Jake E. Lee –aunque no en los créditos del álbum–, e “Innocence” son los dos singles de un larga duración de diez canciones en las que Mancuso y Merlino saben mantener la tensión emotiva y la elegancia como compositores.
por Sergio Guillén
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