En 1971, y apoyado por más de diez músicos invitados, Gerry Rafferty publica el premonitorio Can I Have My Money Back, más de un quinquenio antes de que viera la luz aquel City To City que contendría el hit “Baker Street”. Ese larga duración del 71 significaría el basamento idóneo para que un año después (casi dos atendiendo a los meses de publicación) se presentara ante el gran público el primer disco homónimo del quinteto escocés Stealers Wheel. Una agrupación que llegaba con unas credenciales irreprochables, y es que mucho se valoraba que un álbum escondiera tras sus labores de producción al tándem Leiber/Stoller.
Los recién nacidos parecían balbuceo como respuesta a Crosby, Stills, Nash & Young, algo similar a lo que había gestado también por aquellos días el trío America. Aunque algo había de cierto en dichas pretensiones, hay que dejar claro que con su carta de presentación el combo enseguida mostró unas maneras que les distanciaban bastantes metros del folk rock y les aposentaban sobre un trono creado a base de melodías pop, guitarras rock y desarrollos de ese soft rock tan característico de los 70. En el mes de noviembre de 1973 saldría a la venta el segundo trabajo de Stealers Wheel, un Ferguslie Park que demostraba a todas luces que el conjunto era verdadera propiedad de la pareja compositiva formada por Gerry Rafferty y Joe Egan, ya que tanto el baterista Rod Coombes, como el guitarrista Paul Pilnick y el bajista Tony Williams, dejaban el barco para jamás volver a enrolarse. Sin embargo, para cuando en 1975 se presenta su tercer Right Or Wrong, el tándem Rafferty/Egan hacía meses que había partido peras –problemas de negocios con Leiber y Stoller, al igual que luchas de egos entre ellos dos–.
Pero quiero ahora regresar a su carrera en solitario, y más en concreto al elepé que continuaría por el acertado camino de éxito que City To City ya se había encargado de asfaltar con adoquines dorados: Night Owl. El mismo tema título se idea cual single que llegue a lo más alto de las listas de la FM, como ya hizo “Baker Street” el año anterior; en cualquier caso, ahora el enfoque es diferente y el sonido del sencillo se asemeja curiosamente a lo que Christopher Cross graba en su vinilo homónimo de ese mismo 1979 –“Already Gone” también parece tender puentes con la música del texano–.
Hay en este álbum algunos cambios en la lista de instrumentistas invitados con respecto a su predecesor, saliendo del tablero piezas como el Whitesnake Micky Moody y entrando otras también de enjundia, como el ya por entonces ex Fairport Convention Richard Thompson. Lo que no cambian son los estudios utilizados para capturar las tomas del disco, ese cuartel general en el que ya se habían convertido los Chipping Norton Recording Studios –únicamente, eso sí, se añaden algunas sesiones realizadas en los londinenses Lansdowne Studios como novedad– y en el que Hugh Murphy, junto con el propio Rafferty, ejercían de productores de las grabaciones del segundo. Las dos canciones antes citadas, “The Tourist”, “Days Gone Down”, “Get It Right Next Time” o “Take The Money And Run” (no confundir con el single de igual título publicado en 1976 por la Steve Miller Band), demostraban que incluso luchando contra el alcoholismo y debiendo afrontar unos problemas conyugales que esta adicción acrecentaba año a año, Gerry era capaz de capturar la esencia característica de ese soft rock tan emocional como elegante.
por Sergio Guillén
https://sguillenbarrantes.wordpress.com