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Bateristas en la sombra XV: Edward Vesala

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 Nacido en Mäntyharju (Finlandia) el 15 de Febrero del año 1945, el baterista y compositor Edward Vesala comienza a exponer su amplio abanico de agresiones unísonas, sincopadas y de diversa aplicación de recursos de libre concesión expresiva a lo largo de la década de los sesenta para grabar desde entonces una veintena de discos tanto con su nombre como co liderados y otros treinta como colaborador. En la década de los ochenta formó y dirigió el proyecto Sound & Fury.



En un interesante documento auditivo de promoción extraído de una gira que S&F realizó por el Lejano Oriente el año 1997, Edward Vesala reconocía que poco después de empezar a dedicarse a la música, su interés se centraba mucho más en la composición que en la interpretación. Su compañera y arreglista en la última época, Iro Haarla, afirmaba que Vesala podía componer sobre cualquier instrumento y que no confinaba esta labor al piano. Y esta práctica dificulta mucho la escritura, pero a la vez enriquece el resultado. Son muy característicos sus motivos musicales que se van repitiendo y sometiendo a constantes transformaciones, con lo que se van revelando sonoridades y nuevas texturas amparadas por efectos inauditos. La tonalidad suele acabar diluyéndose en la más absoluta de las indefiniciones. Con frecuencia, las armonías se enriquecen con disonancias que, no obstante, se integran plenamente en el marco orquestal. La utilización de técnicas como el rubato quedan en este contexto perfectamente insertadas. A menudo se tiene la impresión de estar escuchando música de cámara contemporánea. De hecho existe un vínculo muy cercano con la Third Stream.

Sus trabajos esenciales son también los más personales. En primer lugar, Nan Madol (1974) y Satu (1976), seguidos de los cuatro realizados con S&F: Lumi (1986), Ode to the Seath Of Jazz (1990), Invisible Storm (1991) y Nordic Gallery (1994), todos ellos editados por el sello ECM. Asimismo, podríamos mencionar Rodina (Love, 1980), Heavy life (Leo, 1980), Bad luck, good luck (con la UMO Jazz Orchestra; Leo, 1984) y Kullervo (Leo, 1984).

La utilización de la electrónica en sus obras finales, sobre todo las de S&F, fue mucho más lograda y menos obvia de lo que lo suele ser en otras formaciones de Jazz moderno. Entroncando con sus ideas orquestales, puso énfasis en los aspectos tímbricos. No se limitó al uso de sintetizadores, sino que dio cabida a toda clase de efectos de sonido y técnicas de estudio con la ayuda de la teclista Iro Haarla y del guitarrista e ingeniero de sonido Jimi Sumen.

Vesala mostró un temprano interés por diversas músicas étnicas, y lo hizo con profundidad. Además llegó a tener una notable colección de instrumentos tradicionales de todo el mundo. Aún así, siempre priorizó su visión estética por encima de cualquier tradición. desde la década de los setenta se interesó por toda clase de folklores, una de las cosas sorprendentes de su música, más como sugerencia que como algo fehaciente, era que presentaba nexos inesperados entre influencias muy alejadas en el espacio y en el tiempo desde orientalismos de toda clase hasta la lóbrega Edad Media.

Por otro lado, lo cierto es que Edward Vesala no fue un Free de pura cepa. Como otros músicos nórdicos y en cierto sentido como los polacos, fue atemperando y ocluyendo la pulsación multidireccional, ingrávida e inclinada al caos del Free Jazz, filtrándose mediante modos menores y un sentimiento melancólico y meditativo. A veces sus temas podían contener fragmentos tremendamente agresivos y rugientes, pero que siempre responden a alguna motivación estructural o temática (en todo caso sería más apropiado hablar de Free Forms). Aunque es sabido por sus fieles que participó en diversas sesiones de Free Jazz, algunas de les cuales quedarían registradas en álbum: Hot Lotta (Blue Master Special, 1973), a nombre del German-Finnish Jazz Workshop, con los finlandeses Vesala y el saxofonista Juhani Aaltonen junto a dos grandes del Free alemán, el saxofonista Peter Brötzmann y el contrabajista Peter Kowald, y un segundo trabajo grabado con otros dos músicos germánicos, Open (FMP/Atavistic, 1977), con el saxofonista Gerd Dudek y el contrabajista Buschi Niebergall.

De la guitarra eléctrica supo extraer todo lo que le interesaba: color, textura, fuerza dramática y riqueza armónica. En Satu convirtió la vaporosa y procesada guitarra del noruego Terje Rypdal en un cincel para perfilar sobre los rocosos arreglos de los vientos. Más tarde contó con dos de los mejores guitarristas finlandeses de los últimos años: Raoul Björkenheim, que colaboró en Kullervo y en el primero de S&F, Lumi; y desde entonces y hasta el final, Jimi Sumen, un guitarrista sobrio, climático y muy dado a la exploración sonora, que estaría en los tres últimos trabajo de S&F.



La improvisación en el grueso de su obra no se planteaba como ninguno de los dos modelos genéricos más comunes. Ni como el de una banda de post bop, ni como el de un ensemble de improvisación libre, aunque practicará como músico ambos modelos. En la época de S&F es cuando el finlandés refinó sus ideas sobre la improvisación, dentro de una concepción que se asemeja al trabajo de un actor, es decir, siempre tratando de llegar tan al fondo como fuera posible, como los buenos actores hacen con un texto. Y es que la habilidad para improvisar fue, es y será la mejor ayuda para componer.

Kalevala es la gran saga finlandesa. El doctor y folklorista Elias Lönnrot la escribió durante la primera mitad del siglo XIX a partir de las historias y letras de canciones populares que recopiló desde Estonia hasta Laponia, dándoles una ligazón y continuidad narrativa. Desde Sibelius (1865-1957), incluso antes, muchos músicos finlandeses han recurrido a esta inagotable fuente de inspiración. Vesala le dedicó un disco entero, Kullervo, que es el nombre de uno de los personajes, y esparció ingredientes en otros de sus discos, como Ode To The Death Of Jazz. El trabajo en Kullervo fue especial dentro de su obra, una suma de todo el bagaje musical adquirido hasta ese momento puesto al servicio de unos recitados, cosa que por otra parte enlazaba con la tradición de los compositores nórdicos del siglo XIX y principios del XX, que hacían música escénica incidental y no operística.



Ode To The Death Of Jazz, controvertido título del segundo disco de S&F. Siempre dijo que quería hacer patente su menosprecio por la trivialización y la nostalgia en el Jazz. Desde el mismo momento en que puso en marcha su grupo a mediados de los ochenta, Edward Vesala y sus músicos no dejaron de tener agrios enfrentamientos con elementos del Jazz business local de promotores, agentes, programadores y cierta prensa. Algunos fueron sonados a causa de la actitud desafiante que siempre mantuvieron los miembros de S&F.

Paisaje [Sibelius]. Cuando escuché la música de Vesala por primera vez, me vinieron a la cabeza unas palabras que había leído sobre la música de Jean Sibelius: Nacida de la inmutable contemplación de los estanques y de las masas forestales. Esto es muy subjetivo naturalmente, pero cierto es que la música de Edward Vesala contiene una cualidad húmeda y sombría (aunque también es cierto que contiene cegadores destellos de luz ártica).

Considerado un baterista, o mejor dicho, un percusionista terrenal de perfil lírico. Mago del bombo y los redobles, de los golpes asimétricos, fuerza desigual e intensidades variables. Aunque no responde a la definición clásica del baterista polirrítmico, le gustaba hacer contratiempos muy elaborados. Exploró la sonoridad de las membranas y era sumamente delicado e imaginativo en los registros agudos empleados en los platos. Como intérprete tenía un drive constante que no perdía jamás por osado que fuera la ejecución a resolver. Grabó un álbum sin acompañamiento; I’m Here (Blue Master Special, 1973), con un gran arsenal de instrumentos de percusión, en el que mostró su potente preparación técnica y su gran criterio rítmico, otorgando con frecuencia a la percusión una finalidad estructural.

Vesala fue un hombre formado durante las décadas de los sesenta y setenta con todo lo que ello implica. Por ejemplo, su proyecto S&F, colectivo y laboratorio a la vez, no era más que la consecución de una manera de pensar muy marcada y forjada en aquellos tiempos. Al mismo tiempo fue una persona de mente abierta, cosa que permite decir que su obra es verdaderamente predecesora de muchas de las exposiciones sonoras que se han producido en los últimos años. La suma de sus experiencias, de sus variados intereses y de los valores que defendía, resultó siempre homogénea, nunca ecléctica, sino de una gran energía orgánica. Lo único que se le podría reprochar es que desde muy joven se preocupó por encontrar su identidad, siendo muy consciente de que, para bien o para mal, era europeo.

Según su compañera sentimental y colaboradora, Iro Haarla, los discos de S&F se fueron volviendo progresivamente más difíciles y pesimistas (y muy especialmente el último de ellos, Nordic gallery), a causa del hecho de que, de alguna manera, Vesala era consciente de que no le quedaba mucho tiempo (falleció tras una larga enfermedad). Igual que el personaje de Kullervo, se fue alejando de Kaleva para adentrarse en la oscuridad de los bosques y las tierras boreales, las brumosas tierras habitadas por los Pohjola.

Sound & Fury fue sin duda el proyecto de su vida, el que finalmente le permitiría profundizar en directo todas aquellas ideas iniciadas en el estudio. Después de unos años, principios de los 80, dedicados a la docencia impartiendo talleres y cursos, Vesala eligió un grupo de músicos jóvenes de entre sus alumnos para formar S&F, una experiencia, un conjunto de personas más que una banda cerrada, en la que él ejerció de maestro, de guía, o más bien, de chamán. Prácticamente vivían todos en la casa-estudio que Vesala tenía en el bosque. Que S&F fue una experiencia vital tanto como un proyecto artístico puede apreciarse en la progresión que siguieron sus trabajos, desde el más asequible Lumi hasta el duro y enigmático Nordic Gallery.

En los últimos tiempos recuperó una música que recordaba desde su niñez, el Tango, cuando los sábados acudía a las populares matinales de baile y música que se organizan en su país. En este hecho no hay ninguna impostura ya que el tango llegó a Finlandia en los años treinta, y devino muy popular. inclusive a día de hoy todavía lo es debido a una mezcla que se hizo con elementos folklóricos locales y rusos. Obras como Fingo, Lumi, A Glimmer Of Sepal y hasta diversas piezas de Nordic Gallery, son el fiel reflejo donde hizo del Tango una manera de expresar sus lamentos.

Vesala siempre privilegió las formaciones medianas, como el septeto, el octeto, el noneto. Ponía mucha atención en la instrumentación, que cada vez se hizo más peculiar, pensando siempre en términos de compositor: atendiendo a los diferentes colores y combinatorias. Puede sonar a la vez una ráfaga de guitarra de heavy metal, un aire de Tango, un arpegio de piano o arpa, con vocalizaciones de los vientos en el más puro estilo ellingtoniano (sordinas).


El trío no fue un formato muy tratado por Vesala. A pesar de ello elaboró cosas magníficas, como su primer álbum; Nana (Blue Master Special, 1970), junto al saxofonista finlandés Juhani Aaltonen y el bajista noruego Arild Andersen, y sobre todo los meses de trabajo con el trío del saxofonista noruego Jan Garbarek, con Andersen de nuevo. Con este trío grabó un clásico del jazz europeo, Triptykon (ECM, 1972). El tema Bruremarsj de este disco, una vieja canción folclórica noruega que recuerda ciertos criterios de Albert Ayler... O más bien al revés debido a que Ayler pasó unos años en aquellos países del norte, y se embadurno de su música tradicional.

Luis Arnaldo Álvarez (Baterista  y Locutor profesional independiente


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