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JON ANDERSON AND THE BAND GEEKS - TRUE (2024)

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 Permitidme una pequeña intro. Después de cuatro años de ausencia y bastante apatía personal por la actual falta de música nueva interesante y también muy apagado por el mundo presente tan desastroso que nos toca vivir, caí en el desánimo absoluto y en un bajón anímico importante porque el ser humano y sus actos no tienen remedio. He decidido retomar a ver qué pasa, y en este sentido agradecer también a Juan Carlos y a Jota que me hayan animado a volver al redil.



Como a veces soy bastante radical en asuntos musicales, siempre he pensado que Yes deberían haberse disuelto hace incluso varias décadas atrás. Yo entiendo también como músico, que el vicio de tocar y hacer música es una patología difícil de dejar. Si ya entras en el mundo del negocio en niveles superiores de fama y reconocimiento como les ocurre a las bandas clásicas de rock presionadas por intereses más lamentables, la cosa empeora hasta lo patético y ridículo. Yo reconozco que salvo pequeñas excepciones puntuales la mayoría de trabajos de las bandas progresivas clásicas más allá de la década de los 70,s han sido de una pobreza alarmante y un aburrimiento absoluto. Lo de ser fan de algo puedo entenderlo, pero no tiene un razonamiento ni lógico ni práctico. 

Si hacemos un repaso a cualquier discografía de cualquier grupo que se os ocurra, y desde luego hay excepciones, podemos comprobar que hay más discos mediocres o malos que aciertos. Les ha pasado a casi todos los grandes del negocio y por supuesto a los menos agraciados por la fama. A día de hoy si somos pragmáticos podemos comprobar que los grandes discos no superan el 25 % de cualquier discografía. Otra cosa son los gustos y el entusiasmo casi siempre poco realistas. Yo mismo reconozco que a veces hay discos malos que por alguna razón sentimental o grato recuerdo me gustan. Esto nos pasa a todos sin duda. Pero siendo realistas a veces relajamos demasiado el esfínter. Lo cual no es malo desde luego. El perfeccionismo es ridículo en cualquier cosa y al final solo se traduce en ansiedad y problemas mentales. Quiero decir con esto que cada uno escuche y haga lo que quiera. Al fin y al cabo, la vida no hay que tomarla tan en serio.

Jon Anderson tiene 80 años y uno no se explica porque mantiene casi intacta su voz de tenor alto. Un misterio de la biología. Su colega Ian Anderson de los Tull por ejemplo no tiene ya ni voz. Mi querida Annie Haslam ya es una señora muy mayor con voz de pito. Pye Hastings de Caravan desafina que da gusto. Pero ahí siguen como si nada. Esto se puede extender a todos los estilos y cantantes que se empeñan en rememorar los tiempos felices del pasado habiendo perdido ciertas o casi todas facultades y realmente es algo patético. Consideraciones aparte tengo que reconocer que este disco recién editado me ha sorprendido positivamente.                                                                                                 

The Band Geeks es un sexteto neoyorkino liderado por Richie Castellano. Un tipo al que las modas no le interesan y que inicialmente su banda hacía tributo a los propios Yes. Imagino como se sentirá este señor al estar con Jon Anderson que es el espíritu original del tema. En algunos comentarios del propio Castellano afirma que le da igual que llamen cursi a la música que le gusta. Claro que sí. Si lo analizamos en profundidad todo lo emocional tiende a ser cursi hoy en día. Imagino que el pensamiento moderno considera la música “clásica” lo más cursi del mundo. Mas si cabe en un mundo prog dominado por el metal sin alma, la frialdad y la distopía violenta.


                                                        

The Band Geeks y Anderson llevan girando tocando las épicas de Yes desde hace ya bastante tiempo y lo hacen de maravilla. Mucho mejor que los acabados soporíferos y aburridos Yes de Howe que personalmente no me dicen nada. Lo interesante de este disco es que son composiciones nuevas que recogen el espíritu del sinfónico clásico. Cierto es que hay algunos guiños 90125 perdonables. Pero temas como True Messenger, Counties and Countries o la épica Once Upon a Dream me han devuelto la alegría. Recomiendo este disco porque es optimista y ameno. Muy lejano de los malos rollos sonoros del momento. El espíritu infantil y alegre de un tipo de 80 años me parece envidiable, aunque parezca ridículo y no sea realista. Siempre he dicho que la música debe trasmitir alegría. El punto opuesto a la realidad. Sed buenos. El final de la vida lo precisa.

Alberto Torró



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