Andreas Kisser se toma con Hubris I & II unas libertades que sus acólitos como guitarrista de Sepultura agradecerán. Para qué montar algo fuera de la banda nodriza en el que la línea fundamental siga el ideario utilizado en la casa a la que regresar; mejor darse una oportunidad más allá de convencionalismos y, ante todo, etiquetas. Es este doble álbum una senda a seguir con pies firmes y oídos sin taras.
Los dispares recodos deparan materias por descubrir al ser reinventadas por este guitarrista. “The Forum”, por ejemplo, posee la habilidad de untar en la tostada de aquello denominado como neo metal en su vertiente misteriosa la mermelada de un rock alternativo hundido en su parte rítmica. “R.H.E.T.” resulta étnica a la par que futurista, mientras que “Lava Sky” pergeña inviolable mecanicismo. En “Sad Soil”, sin embargo, y ya penetrando en la espesa jungla de su segundo disco compacto, aparece la vena Brian May en un contexto bucólico y con algo de mantra instrumental. “Page” retrotrae al “Four Sticks” zeppeliniano y “Vivaldi” hace honor al apellido que utiliza como título. Al rodar la ambientación campestre de “0120” uno recuerda a los progresivos italianos Banco Del Mutuo Soccorso en “Canto Di Primavera”.
Los rasgos de su tierra brasileña, tan tribales como melodiosos, afloran en un “Breast Feeding” en el que Kisser ejecuta desde el paralelismo a esos California Guitar Trio cuando les da por lo mestizo. Primordial paso para asentar al audaz Andreas como solista en paralelo a Sepultura. Hubris I & II materializa a ese inesperado invitado que te soluciona una velada aburrida gracias a sus ocurrencias bien sembradas entre copa y copa.