Encontrar a estas alturas de los tiempos algo de música que sea mínimamente interesante o que me alegre el día es una tarea cada vez más difícil. Conforme se envejece la cosa se complica más por esa especie de “deja vu” que tenemos los que llevamos escuchando patológicamente música desde el colegio y el pantalón corto. No es motivo de orgullo estar enganchado a nada en esta vida. Ni siquiera aquello que nos gusta tanto merece tantas horas y veneración. El mi caso reconozco que la mayor parte de la música que se hace no me interesa lo más mínimo. Aun así, también debo admitir que la otra pequeña parte, ese escaso 3 % de discos que salen al mercado junto al archivo histórico personal de cada uno nos salvan el culo y el estado anímico del hastío diario. Todo esto independientemente del gusto personal de cada uno naturalmente. El mío ya se limita a un círculo muy concreto de discos y casi siempre del mismo estilo. Que le vamos a hacer. No obstante, por otra parte reconozco que tocar en una banda de rock a los 70 es entretenido. Da igual si lo que tocas te gusta o no. Haces ejercicio, no al nivel gimnasio, pero al menos va bien para los problemas reumáticos y hacer cuatro risas. No aconsejo ya la cerveza a cierta edad aunque es difícil dejarlo.
En cuanto a escribir sobre música nos queda o bien la opción arqueológica del pasado o rebuscar las escasísimas novedades interesantes que el menos nos saquen de la abulia. En cualquier caso el círculo se estrecha cada vez más.
La banda finlandesa que nos ocupa se creó hace unos catorce años pero es en 2024 cuando han podido auto-producir su primer trabajo. Es curioso porque por tradición y cultura es mucho más factible hacer música en los países “civilizados” del norte de Europa que por estas lindes. Aun así, no lo han debido tener fácil. En cuanto al estilo de Aqua Wreck que es la banda que nos ocupa se sale por completo de la línea “moderna”. Su estilo ecléctico, que es como se dice ahora a todo aquello difícil de clasificar, puede ser el motivo. “Facade” que es como se llama el disco, no es fácil de definir. Si metes en una cocktelera a los primeros Chicago Transit Authority, algo de Van der Graaf , los Nice, Colosseum, Nucleus, primer disco de Gentle Giant y el groove sesentero con voz a lo Iron Butterfly camino de los 70´s tendrás algo parecido a un capricho muy particular. Son piezas cortas pero retorcidamente elaboradas y fuera del espacio-tiempo. Si te dicen que esto ha sido grabado en este último año que acaba de pasar la sensación será un tanto peculiar.
Escuchar esto hoy es como viajar en una capsula del tiempo. Una música casi olvidada. La pieza título, la única que llega hasta los 9 minutos puede hacerte recordar y salvando muchas distancias en la calidad de la voz a un incipiente Peter Hammill con un órgano y saxo incluso muy a la VDGG-Colosseum. Este es un disco que nos retrotrae a tiempos que jamás volverán.
Alberto Torró