Cuando en 1993 decidí poner en marcha un discreto fanzine de corta y pega y escrito a máquina, fue más un deseo idealista y cabezón por mí parte, que una realidad con visos de futuro. No fui entonces nada optimista en cuanto a la continuidad y porvenir de esta música.
Bien es cierto que por ejemplo IQ habían grabado una pequeña joya llamada “Ever”. Que Robert Reed sacó un delicioso primer álbum con el nombre de Cyan. Yo me dije, esto es bastante mejor que lo realizado en los 80´s dentro de ese pop-prog algo tosco y torpe de los primeros neos, pero es que tampoco teníamos otra cosa. Luego fueron apareciendo de forma bastante rápida otras excelentes bandas: Collage, Quidam, Anglagard, Isildurs Bane, After Crying, Glass Hammer, Porcupine Tree, Ozric Tentacles etc etc y por supuesto Spock´s Beard y The Flower Kings.
El cambio de siglo me confirmó que aquella música de los primeros 70´s que daban por muerta y enterrada, solo había estado durmiendo en un sótano y que por fin le dio la luz del sol. El nivel de calidad de las nuevas bandas progresivas provenientes de todos los rincones del mundo me devolvió en parte la confianza perdida. Solo que ahora eran círculos exclusivos, minoritarios. Solo para la gente que realmente le gusta este tipo de música. De las cien mil personas viendo a ELP, pasamos a las 150-200 (siendo generoso) para ver a los nuevos adalides prog. No hay problema. Casi mejor. Claro que naturalmente nadie se iba a convertir en rico haciendo prog en el siglo XXI como pasó tres décadas antes. Un precio a pagar si haces lo que realmente te gusta.
Andy Tillison, teclista, cantante y compositor británico va a ser nuestro principal protagonista en las semanas que vienen. Un entusiasta del estilo que en cierta entrevista llegó a afirmar que en realidad la muerte clínica del prog comenzó a partir de 1975. Yo también lo pienso. Aunque la agonía fue larga y decadente hasta llegar a 1979. Año oficial de su defunción. Si comparas por ejemplo un “Thick as a Brick” con un “Heavy Horses” de los Tull o un “Close To Edge” con un “Tormato” te darás cuenta en que acabó la película. Tillison formaba parte de un grupo creado en 1996 con el nombre de Parallel Or 90 Degrees bastante influenciado por Hammill y los Van der Graaf pero con bastante personalidad propia. Inicialmente fueron un dúo teclístico con la pianista Sam Baine y posteriormente se fueron añadiendo más músicos todos ellos con alto nivel de ejecución como el guitarrista y cantante Guy Manning, otro con una dilatada carrera y grabaciones en onda prog-folk muy interesante.
En 2003 las vidas de Tillison y Roine Stolt líder de los Flower Kings se cruzan y de esa colaboración nacería el proyecto The Tangent. Así pues una parte de Parallel y otra de los Flowers darían con esta formación. Por una lado Tillison, Manning y Baine y por el otro Stolt con Jonas Reingold (bass) y Zoltan Csörsz (drums) y unidos a la leyenda del saxo de Van Der Graaf generator mister David Jackson, aparecería su primer CD “ The Music That Died Alone” en claro recuerdo a la desaparición de la música inteligente por la devastación de las hordas punk.
Bien este disco puso las expectativas muy altas por la calidad de los intérpretes y la chirriante etiqueta de “supergrupo”. El disco con sus tres suites subdivididas es realmente bueno pero no sería el mejor. Hay demasiada dispersión en lo que se ha dado en llamar prog ecléctico y discurre por caminos poco definidos. Lógicamente es el primero. La mitad de los Flower Kings tocando en el álbum no permite que aflore todavía la tremenda capacidad compositiva del señor Andy Tillison y Roine Stolt acapara mucho sonido. Tanto la voz de Roine como la de Andy no son unas voces que impresionen precisamente, pero cumplen su función. La voz de Tillison no es tan lineal como la de Roine y yo personalmente la prefiero en esta ocasión.
El primer bloque “In Darkness Dreams” con sus ocho secciones ininterrumpidas es lo mejor del trabajo que se va mucho al prog-fusión y al jazz- rock. El saxo y flauta del vandergraaf David Jackson se deja notar en las partes más tensas al lado de la siempre re-inventiva guitarra stoltiana. Tillison es un teclista excelente al igual que Sam Baine y la música es muy variada en todo momento.
En la “Canterbury Sequence”, segunda de las suites, no hacen falta casi más explicaciones que las que da el propio título. Es un ejercicio de jazz amable, mucho más light si se quiere, de lo que el título propone y en la propia letra menciona a los Caravan y a los Hatfield de manera que la música suena mucho más intrascendente y alegre que los propios.
El título de la “música que murió sola” cierra como tercera suite el disco, dejando un sabor agradable e indefinido a la vez, como si faltase un mayor desarrollo, en unos 12 minutos generalmente melódicos y melancólicos, pero que apuntan ya a un listón que irá subiendo en cada siguiente trabajo. The Tangent son una declaración de principios hacia una música que no debería morir y en ello van a empeñarse.
Alberto Torró
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