Parafraseando a la Consagración de la Primavera, la obra maestra de Igor Stravinsky de quien Andy Tillison ya adaptó una particular y fantástica versión prog en un álbum para los fans “A Place Of The Self” de 2009 (hablaremos de este álbum en el apartado lives y bonus disc) una nueva formación de Tangent se adentra en un trabajo muy ambicioso. Subtitulado “An Electric Sinfonia in Five Movements”. “La Consagración del Trabajo” es como bien dice una sinfonía progresiva en cinco movimientos.
Bajo un tremendo álbum de rock sinfónico en toda regla la música expone a que nivel de alienación ha llegado la sociedad del siglo XXI. Los seres humanos reducidos a la mediocridad y a la esclavitud moderna en una vida insulsa de horarios dedicados a currar por salarios de mierda y a la adoración del entretenimiento vacío y estúpido en una carrera a contra reloj para ver quién es más imbécil, gañán e ignorante y completamente controlados por el gran hermano de las nuevas tecnologías, los trabajos de miseria, las crisis inventadas, la propagación del miedo a lo diferente, la eliminación paulativa de las libertades individuales, el ascenso de la violencia y el horror del mundo atrasado y enloquecido, y el control absoluto de nuestras vidas eliminando todo lo relativo a la cultura y el conocimiento. Pensar es un peligro y siempre lo fue pero ahora es incluso un delito. El mundo que viene, viene fuerte y horroroso, y encontrar un refugio o un oasis cada vez es más complicado. Un mundo en manos de hijos de puta sin escrúpulos.
La temática de Tillison siempre ha estado ligada a la actualidad y por fin el “rock sinfonizado” deja de hablar de duendes y de espíritus idiotas con alas, o de cursi amor fraternal. Sin mariconadas y con los pies en la tierra. Por la cuenta que nos trae y que la hostia no nos coja desprevenidos. Esto es más o menos lo que el nuevo trabajo de Tangent nos define en música. Afortunadamente la música no es el horror del texto y ejerce de liberación mental, aunque sea imaginada y exclusiva en tu cerebro.
Para esta ocasión el tremendo batería Gavin Harrison es contratado. Vuelve Jakko Jakszyk, siguen Theo Travis y nuevamente Jonas Reingold le sacude al bajo y el grupo funciona como una máquina perfecta. Musicalmente el álbum tiene más “profundidad y seriedad” incluso que antes. La música es compleja y elaborada al milímetro con impresionantes pasajes y como siempre excelentes melodías. Es música de la que ya pocos hacen y esto es importante tenerlo en cuenta. Yo esperé este disco con impaciencia, lo recuerdo. Se venían poniendo muy altas las expectativas y mi “otro yo” metido en las músicas modernistas clásicas de la primera mitad siglo XX, me pedía un acercamiento entre estilos.
Primer Movimiento: una obertura cuyo despertador pone al homo sapiens en funcionamiento y un piano al más puro George Antheil tipo mecanización futurista años 20, prepara al incauto a la pesadilla cotidiana. Se mezclan narración y música en un neo modernismo prog excitante donde sonidos de viola, flauta y sinte conversan con la guitarra solista hasta que el esplendor estalla en una pieza minuciosamente pictórica y descriptiva. Cinco minutos que se agotan en un suspiro.
Segundo movimiento: “mañana, viaje y llegada” casi 23 mtos tremendos de música deudora de un Debussy moderno o un Ravel extrañado en una resurrección. La melodía ya es clásica de la Tangente. La pesadumbre en ciertos puntos me hace recordar las neuras de Roger Waters por momentos, pero la delicadeza de la composición borra ciertas asperezas y nos sumerge en la magia y en los pasajes de madera y viento propios del impresionismo francés. Es difícil clasificar este tipo de composiciones y por tu mente corren The Enid, Isildurs Bane, ELP o las ocurrencias de Pär Linh Project, Un wakeman borracho e incluso frikadas a lo The Who. Los 70´s están ahí y la mejor fusión jazz rock constantemente en el órgano, en los ritmos mezclados en arreglos sofisticados con un Duke Ellington selvático y bizarro o un sofisticado Gerswhin. Vandergraaf parece abrir la tumba por momentos a veces dolientes otras tremendamente líricos. Una perfecta decadencia de buena, buenísima música y el feeling-groove que no cesa. Cambios, cambios y más cambios hasta que la nata desborda como una eyaculación sonora. Sin palabras y mucha paciencia si lo quieres disfrutar.
Los primeros compases del Tercer Movimiento podría recordarnos al Petrushka de Igor stravinsky discutiendo con Alban Berg o Edgar Varese. Rompen en Banco-Emerson y en el metamorfosi de los primeros. Uffff! hay moderna música de cámara por momentos y el prog de siempre rompe aguas y se inundan los caminos. La voz es áspera pero lo pide…toques Canterbury…? pues claro faltaría más. Traffic…? joder también. La travesera Tull y el hammond se enzarzan en vuelo. Más jazz-rock, funky- corea- forever. Todo está aquí. Cuando te das cuenta han pasado 19 mtos sin enterarte del tiempo. Advenedizos abstenerse, bellos y bellas durmientes también. Música para los que tienen callos en los cojones y heridos sentimientos y siento esta vulgaridad, pero se precisa como expresión llana y natural y porque yo soy así cuando algo me entusiasma. Final de movimiento inenarrable.
El cuarto movimiento es un breve pero encantador interludio de fina composición neo-clásico- tipo belle epóque que nos retrotrae a principios del siglo XX con protagonismo del piano la percusión y las maderas.
Evening TV cierra como quinto movimiento en puro prog sinfo a la Tangent de siempre. Melodía lujuriosa y energética para que Alejandro Magno entre en la ciudad conquistada sin problemas y en loor de multitudes. Cínico título para semejante épica inicial. Como si echase lágrimas al ver un sálvame de luxe presentado por Groucho Marx (sería impagable).
No suelo hablar alegremente de masterpieces pero este disco me tienta mucho en hacerlo.
Alberto Torró